Si podemos rescatar algo positivo de estos años de pandemia, es que nos han servido para abrirnos los ojos de la cantidad de red flags que tiene el modelo de trabajo tradicional.
Hoy hablaremos de 3 que se destacan tanto, que no podemos entender cómo no las hemos visto antes.
Sentarnos en el mismo puesto de trabajo cada día, durante toda la jornada laboral, en vez de una forma de trabajar autónoma en cuanto a espacio y tiempo, en la que priman los resultados por encima del control y la presencia en la oficina.
Es sencillo, si las empresas quieren hacer cosas diferentes, necesitan un espacio distinto. Es muy difícil ser creativos e innovar cuando el espacio de trabajo no ayuda. Esto no significa que las oficinas van a desaparecer, pero su diseño está sufriendo una revolución imparable.
El tipo de oficina es hoy más importante que nunca, los espacios de trabajo flexibles han tomado mayor fuerza y son ahora más relevantes para las grandes empresas tales como Amazon, Intel o PayPal, que reconocen el riesgo de perder talentosos empleados a competidores en el caso de no acoplarse a un modelo híbrido.
Darle la opción a los empleados de elegir sus horarios, cuales días irían a trabajar presencialmente y cuales de forma remota, hasta cuando tomar sus descansos, puede tener un gran impacto en su productividad y su retención.